Nota: La mayoría de mis blogs saldrán unos 10-14 días después del dia que los escribí. Esto se debe principalmente a mi poco acceso al internet y al tiempo que toma revisar y aprobar mis escrituras.
Escribí esto durante una noche de insomnio en mi segunda noche en Senegal. Es un poco largo, así que si quieres la versión corta, oprime aquí.
Escribo estas palabras en domingo, 1 septiembre de 2014.
¡Saludos a todos! Les escribo directamente desde Dakar, Senegal, donde estaré entrenando y tomando cursos de idiomas antes de ir a mi pueblo asignado. He estado aquí por solo dos días, pero nunca he sudado tanto en toda mi vida. El calor es increíble. Okay, pero empecemos:
Acá son las 4 de la mañana, pero estoy totalmente despierto. Ansiedad, insomnio, etcétera, etcétera… tú entiendes. Para drenar mi mente un poquito, les haré un pequeño cuento. El sábado por la tarde, el equipo tomó un tour del vecindario local donde nos estaremos hospedando por el próximo mes. Nuestros guías eran mujeres locales que sólo hablaban francés. Sólo entendí la mitad de lo que se dijo. Como a unos cinco minutos de haber comenzado el tour, nuestro guía nos dijo que nos acercábamos a las casas de las familias que nos hospedarían. Para mi sorpresa, la casa más cercana era la mía. No supe qué esperar. No estaba nervioso, pero tampoco me sentía listo. Decidí no pensarlo mucho.
Cruzamos una cancha de baloncesto/ campo de soccer y entramos a una calle muy, muy estrecha. En cada lado de esta calle tipo-cera, habían casas y complejos de apartamento sin mucho mantenimiento, provocando que la calle pareciera más un pasillo. No caminamos casi nada para llegar a mi casa. Ni siquiera me di cuenta cuando llegamos. – “¿Y José?”— dijo la guía (nota: ellos pronuncian mi nombre a lo francés, Gio-se). En el momento, yo estaba en la parte trasera del grupo, desorientado y en mi propio mundo. Sin embargo, reaccioné rápidamente y caminé hacia al frente, directamente hacia la guía. Sin esperar ni un segundo, ella me dijo—Este es tu hogar. Tu madre no se encuentra pero esta es tu hermana. —
Una pequeña y tímida niña senegalesa vestida enteramente de rosita estaba parada frente a la puerta y frente a mí. Parecía que tenía miedo. Reaccioné amistosamente y le hice señas de saludo. Ella me miraba, confundida. Por dentro, sin embargo, yo estaba igual de asustado que ella, simplemente porque no supe qué hacer. Me paralicé luego de eso. Quise introducirme, pero mi cerebro hizo un Error 404, “Content Not Found”. Todo el francés que había aprendido en el verano se me fue por la ventana instantáneamente. Ni siquiera pude recordar mi nombre. Este instante duró como dos segundos, pero se sintió como mucho más.
Me reí nerviosamente. –Y esa es tu otra hermana—dijo la guía, mientras apuntaba al interior del hogar. ¿Otra hermana? Sí, otra. Estaba tan paralizado por la vista de la primera que ni siquiera vi la segunda que estaba justo detrás de ella. Ambas me miraban muy confundidas. Con todo y eso, ni me recuerdo cómo se veía la otra hermana de tan paralizado que estaba. Tampoco me fijé en la casa. Sólo me recuerdo que se veía bien, bien pequeña.
Mi reacción a mi encuentro con mis nuevas hermanas me sorprendió; pensé que yo sería bueno conociendo personas nuevas. News flash: no lo soy. Al reflexionar, me percaté que mi reacción verdaderamente fue una continuación de la actitud que he tenido desde que llegué a Senegal—una de inseguridad e incomodidad. Es por esa razón que estaba en la parte trasera en todo el tour. No me malinterpreten; emocionalmente y mentalmente estoy más que bien. En lo social, en cambio, soy un desastre. Tengo demasiado de miedo de decir algo estúpido en francés o Wolof como para al menos intentar de hablar lo poco que sí sé. Soy muy reservado y escéptico como para saludar e interactuar con la gente local. Prefiero quedarme encerrado en mi cuarto del hotel que salir a jugar fútbol con los niños de la callee o salir a ver la ciudad con los demás jóvenes del programa. Sin lugar a duda, soy el participante menos involucrado y más reservado en cuanto a la interacción con su país, y el que me conoce sabe que yo no suelo ser así. No estoy muy feliz de esto.
Siempre me he considerado una persona sociable y capaz de conocer a otra gente con facilidad. Pero aquí en Senegal, donde yo soy el extranjero que no habla el idioma, he descubierto que yo no tengo la confianza necesaria para “tirarme de pecho” a la experiencia. Reconozco que debo cambiar esto inmediatamente si pretendo disfrutar de mi tiempo aquí. Realmente es mi primer reto. Espero trabajar en esto inmediatamente, pero por ahora, me satisface sólo reconocer mi debilidad. Ahora mañana, cuando oficialmente me mude con mi familia de Dakar, es tiempo de aceptar ese reto. Haré que mis dos hermanas me amen hasta más no poder.
Hay muchas otras cosas de las que podría hablar, pero si continúo con las otras cuchocientas mil cosas que me mantienen despierto, nunca termino. Los dejaré para otra ocasión. A pesar de estos primeros días difíciles, quiero asegurarles a todos ustedes que estoy más que bien. Estoy junto a 17 otros jóvenes fantásticos y unos tremendos líderes. Estoy aprendiendo mucho y preparándome para los retos provenientes. Todo va bien y todo sigue, por supuesto, siendo bello… a pesar del calor infernal.
Ya el sol se asoma, y puedo escuchar las llamadas a la oración de la mezquita. Así que ya debo acostarme porque mañana conozco formalmente a mi familia. Espero al menos poder decir “Je m’apelle José”.