Two years ago, I started a life changing experience. I was offered a scholarship to attend UWCSEA, meaning I was going to be spending two years in Singapore in an international school supported by values based on peace, diversity and international understanding. I refer to that experience as a rollercoaster; with ups, downs, and with constant and unpredictable turns.
I lived that experience with people from all around the world. We all shared our days for those two years in the same small island in south east Asia. Therefore, I was able to emotionally and spiritually travel the world by maintaining my feet in the same place. Then, without even realising it, it was all done, and my graduation took place.
I though a lot about what fork my life should have taken after those two years full of intense learnings in UWC. I always had the possibility of continuing through an already paved road. Easy, smooth, and in my confort zone. But at some point, a slight breeze stired some fallen leaves, uncovering a lateral modest trail. It seemed to have appeared only after some other creatures, curiously, had decided to explore what that new trail was hiding. And with that in mind, maybe in an spontaneous and adventurous way, I took the decision of embarking myself in a new project. I decided to leave behind a path that it seems to be attributed to us as soon as we are born; that idea of starting university as soon as we finish high school. Pursuing for a different and more complete learning, something that could offer me something deeper and more real than what a classroom or a book could teach me, I decided to participate in Global Citizen Year.
Searching for pushing my knowledge further, some months ago I decided to advance through that modest trail that the breeze uncovered that fall day, that path with still a lot of weed and pebbles, but also the one which still fills me with passion and excitement with each step I take along it.
I’m embarking myself in this project because I believe that we need to remodel our idea of education.
We should fight for achieving a more global and complete formation for the future generations.
We should chase the ideal of a critical youth.
We should avoid the creation of walking machines and basic encyclopedical brains.
We should realise that the present that we build today, is the future that we will have tomorrow.
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Hace dos años, comencé una experiencia que me cambió la vida. Obtuve una beca para estudiar un bachillerato internacional en UWCSEA, por lo que iba a pasar los próximos dos años en Singapur, en un colegio internacional movido por valores como la búsqueda de la paz mundial, la diversidad, y el entendimiento internacional. Me gusta definir la experiencia como una montaña rusa, con sus subidas, sus bajadas, y sus constantes e imprevisibles giros. Compartí hogar en esa isla del sudeste asiático con gente de todo el mundo, y de esta manera, fui capaz de viajar emocional y espiritualmente por todos los continentes sin mover un solo pie de Singapur. Y luego de repente, sin darme cuenta, todo terminó, y mi graduación llegó.
Reflexioné mucho acerca de cuál sería la bifurcación que mi vida debería de tomar tras esos dos años de inmenso aprendizaje personal en UWC. Siempre existía la posibilidad de continuar por una calle ya asfaltada, a pesar de bifurcarse unas cuantas veces y desalfaltarse ligeramente en ocasiones unos kilómetros más adelante. Pero en algún momento, una ligera brisa removió las crujientes hojas ya caídas del otoño, descubriéndome un pequeño caminito, que podría decir que se había hecho tras las pisadas de unos pocos seres más, que curiosos, habían decidido explorar lo que aquella dirección les ofrecería. Y así, de manera quizás algo aventurera y espontánea, decidí embarcarme en un nuevo proyecto. Decidí dejar atrás un camino que ya parecen etiquetarnos según uno llega al mundo, la idea de adentrarnos en la universidad directamente según uno acaba el instituto. Persiguiendo un aprendizaje diferente y más completo, que me pueda mostrar algo más profundo y real que lo que cualquier aula o libro me pueda enseñar, decidí participar en Global Citizen Year.
En busca de llevar mis conocimientos más allá, decidí hace unos meses avanzar por el camino que la brisa me descubrió aquel día otoñal; aquella senda con muchos hierbajos y muchas piedras todavía, pero por el que a cada paso que avanzo todavía me llena de pasión y emoción.
He decidido embarcarme en este nuevo proyecto porque confío en que necesitamos reformar nuestra idea de educación.
Debemos luchar para conseguir que las generaciones futuras tengan una formación más global y completa.
Debemos perseguir el ideal de una juventud crítica.
Debemos evitar la creación de presencias maquinarias o cerebros simplemente enciclopédicos.
Debemos ser conscientes de que el futuro que creemos hoy, será el presente que tengamos mañana.